Las razones por las que Chile aún no es un país donante de órganos

A pesar de que ocho de cada diez personas manifiesta que estaría dispuesto a donar sus órganos, un alto porcentaje de la población no ha conversado sobre la posibilidad de donar, ni tampoco ha reflexionado sobre la eventualidad de ser receptor en caso de necesitarlo.

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En la región del Biobío, casi ocho de cada diez personas mayores de 18 años están dispuestas donar sus órganos después de fallecidas; un 76% declaró haber conversado con su familia sobre la donación de órganos y un 40% ha abordado con sus seres queridos la posibilidad de ser receptor en caso de necesitarlo. Esas son las principales conclusiones de un estudio presentado recientemente en Concepción.

El mismo informe consigna que entre quienes se manifestaron en contra de donar (un 18%), las causas esgrimidas fueron que su salud no se lo permite (un 23%); su religión no se lo permite (18%); no confía en el sistema (un 13%); temor a acelerar la muerte clínica (12%) y no le gusta la idea de intervenir el cuerpo (12%), entre otras.

De acuerdo a esta encuesta, un 24% no ha conversado sobre la posibilidad de donar y un 60% no ha hablado acerca de la posibilidad de ser receptor en caso de necesitarlo. Un 63% de los encuestados declaró que, ante la posibilidad de donar los órganos, desea que se le consulte a su familia y un 35% prefiere que se respete su voluntad sin preguntar a la familia.

Muchos mitos

Es que aún existen muchos mitos sobre la donación de órganos en el país. La enfermera Dunja Roje, coordinadora nacional de Procuramiento de Órganos del Ministerio de Salud, explica que la posibilidad de donar órganos sólo se da en el caso de pacientes con muerte encefálica, que corresponden aproximadamente al 2% de los fallecimientos del país. Esa situación, como la negativa de los pacientes y las familias, hacen que en todo el mundo haya muchas más listas de espera que donantes, “incluso en España, donde la tasa de donantes efectivos es de 35 por millón de habitantes”. En Chile, la tasa es de 6,9 por millón de habitantes y en cuanto a la negativa de la familia, llega al 52%.

Dentro de los mitos sobre el tema, Roje menciona que los más comunes son: “donan los pobres, se trasplantan los ricos”; “me van a dejar morir para sacarme los órganos”; “hay personas con muerte encefálica que después de años despiertan”; “la donación va en contra de la religión”; “las listas de espera están arregladas”; “se pueden vender los órganos”; “si soy donante, mi familia tendrá cobros adicionales”, entre otros. Al respecto, enfatiza que en Chile existe una única lista de espera que incluye tanto a los pacientes de sistema público como privado.

Por su parte, el cirujano digestivo Franco Innocenti, especialista en trasplante, sostiene que hay una lista de espera de aproximadamente 100 pacientes hepáticos, con un 8% de niños, y que un 40% fallece en un año. “Tenemos 70 órganos disponibles por año, y en términos ideales necesitaríamos entre 250 a 300”, recalcando “la necesidad de poner énfasis en el trabajo en equipo y en la educación”.

Todos estos mitos fueron analizados en la Jornada sobre Donación de Órganos, realizada en la sede Concepción de la Universidad San Sebastián, actividad organizada por Formación Integral, en la que además de Roje e Innocenti participaron María Bernardita Celis, psicóloga y coordinadora de Formación Integral USS Santiago, quien relató su experiencia como trasplantada de páncreas y riñón; y Fabián Riquelme, director nacional de Estudios de la Universidad San Sebastián, entidad que realizó el estudio sobre donación de órganos en el Biobío.

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