Alto al bullying

Entregar educación de calidad para todos los niños y jóvenes del país también pasa por crear ambientes seguros en los que se puedan desarrollar y crecer.

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La semana pasada, la ministra Marcela Cubillos estableció el 14 de marzo como el Día contra el Ciberacoso Escolar en el marco de la creación de prácticas de sana convivencia en colegios y liceos de nuestro país. El ya conocido y temido bullying se ha convertido en una práctica lamentable que no se da únicamente en el plano físico (frente a frente en la sala, los patios, etc.), sino que también en el mundo virtual, donde los niños y adolescentes atacan y se sienten atacados en cualquier momento si es que se conectan a una determinada red, como Instagram, Twitter u otra. Esta iniciativa viene a complementar otras que denunciaban la necesidad de erradicar estas prácticas, como lo fue la campaña lanzada el año pasado “Hay palabras que matan”, que buscaba generar conciencia entre los jóvenes sobre este problema.

Monserrat-RiscoEs necesario poner atención en las cifras respecto al bullying o acoso escolar, sobre todo ahora que los jóvenes tienen acceso prácticamente ilimitado a redes sociales y, muchas veces, ese espacio se escapa al de los adultos responsables, tanto padres como profesores. De acuerdo al primer informe sobre bullying en Chile (2018), realizado por la psicóloga Sofía Fiedler, en su expresión tradicional –el que se manifiesta de manera física– los golpes con objetos (26,98%), los puñetazos (20,63%) y lanzar objetos (12,7%) fueron las prácticas más mencionadas en los entrevistados, que provenían de todo tipo de establecimientos, sin distinción de sexo ni edad. Lo que más llama la atención es que es a la edad de 8-9 años, correspondiente a tercero básico, donde los niños identifican mayores situaciones de acoso.

A pesar de las grandes diferencias entre el bullying físico y el cibernético, es claro que es una práctica sumamente enraizada en la etapa escolar y que hay que solucionarla desde diferentes frentes.

Por otra parte, de acuerdo a un estudio realizado por la Superintendencia de Educación (2018), en el plano de las redes sociales, las cifras son muy diferentes: las denuncias se concentran entre 5° y 8° básico, es decir, entre los 10 y 14 años. En este plano, los ataques más recurrentes tienen que ver con la sexualidad de los involucrados, ya sea por su orientación o por el mismo desarrollo de los jóvenes. Son las niñas las que se ven más afectadas por este último punto.

A pesar de las grandes diferencias entre el bullying físico y el cibernético, es claro que es una práctica sumamente enraizada en la etapa escolar y que hay que solucionarla desde diferentes frentes. La sana convivencia escolar debe entenderse más allá de la sala de clases: es la relación que tienen los niños y jóvenes por más de 10 años, donde socializan por primera vez desde la educación inicial hasta 4° Medio. Es la manera en la que se relacionan en la cancha, el casino, los cumpleaños, los carretes y las salidas. También es cómo se tratan entre ellos en el bus escolar y en las vacaciones. La convivencia escolar es tarea de todo el año.

Si bien es importante tomar en cuenta las cifras, las que revelan la magnitud del problema, no podemos quedarnos únicamente en las estadísticas. El gran problema del bullying es que hay niños, niñas y jóvenes de carne y hueso que están sufriendo. Tan solo el año pasado nos conmovimos con el caso de una joven de 16 años que se quitó la vida en una cafetería por el daño que le habían causado las palabras, el acoso y el maltrato online de sus compañeros y conocidos.

La iniciativa de la ministra Cubillos debiera pasar a ser una política de Estado en materia educacional. De acuerdo a la organización estadounidense contra el acoso DoSomething.Org, solo 1 de cada 10 víctimas informaría a sus padres sobre la situación y 68% de los jóvenes cree que el cyberbullying es un problema serio. Estas cifras podrían reflejar, también, la situación escolar chilena. Entregar educación de calidad para todos los niños y jóvenes del país también pasa por crear ambientes seguros en los que se puedan desarrollar y crecer.

Involucrar a la comunidad escolar completa en la prevención y detección de casos de bullying es una tarea de gran envergadura aún pendiente, pero hoy en día, estamos dando los pasos correctos para terminar con estas malas prácticas y fortalecer ambientes seguros y de calidad dentro de los colegios.

Monserrat Risco
Investigadora del Centro de Extensión y Estudios, CEUSS
Universidad San Sebastián

Vea la columna en El Líbero

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