La región austral-antártica, identificada parcialmente en textos de cronistas como Alonso de Ovalle, Diego de Rosales o el padre Falkner, ha dado lugar a un desarrollo que no rebasó las iniciativas de navegación y de instalación de algunos asentamientos humanos de corta vida durante los siglos XVI, XVII y XIX.
La vida independiente, sin embargo, llegó con el desarrollo de zonas vacías de gran extensión que hubo que conocer y delimitar para proporcionar cierta protección a Chile y Argentina ante la incursión en la Patagonia de los grandes poderes de la época (Gran Bretaña y Francia, entre los principales). Lo anterior, por el potencial que ofrecía el control marítimo del estrecho de Magallanes para el desarrollo comercial y aduanero como el gran paso del mundo antes del cabo de Hornos y el paso Drake.
De este modo, articular una estrategia que considerara la autonomía de la zona austral antártica sí fue un paso común entre ambos países, pero orientado, en cada caso, a sus propias necesidades de seguridad. La disputa desarrollada hasta 1881 prueba este punto.
La ocupación del territorio también se extendió a los espacios marítimos durante las conferencias de la paz de La Haya de 1899 y 1907. El desarrollo posterior del Derecho del Mar a su vez incorporó zonas que, en la actualidad, han sido motivo de pugnas, como el mar Caribe y el eje mar de Chile–mar de Grau.
En este sentido, la consolidación de zonas económicas exclusivas de 200 millas marinas (o más, en algunos casos) con proyección a otras áreas, como la austral–antártica, fueron objeto del conflicto del canal Beagle y uno de los antecedentes claves de la actual controversia entre Chile y Argentina por la llamada “Plataforma continental antártica”. A esto se suma el mayor requerimiento de recursos naturales ubicados en esta zona, así como de estrategias de seguridad más comprehensivas, como es el caso del “Blue Belt Programme” británico.
Todas estas aristas las analizamos en nuestro libro “Plataforma continental y Antártica Chilena. Antecedentes históricos, geopolítica y recursos naturales”, que editamos en conjunto con la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE). Esta iniciativa surgió, poque es clave entender el papel de Chile en el juego global del poder con el continente blanco de telón de fondo y, desde la academia, podemos dar respuestas a variadas interrogantes sobre estas materias, contribuyendo a su comprensión.
Karen Manzano
Académica e investigadora del Instituto de Historia
Diego Jiménez
Académico e investigador Escuela de Gobierno