Todo el país esperaba las ansiadas precipitaciones, para ayudar a mitigar el grave problema de sequía que lleva años golpeando fuerte a todo el territorio. Sin embargo, el remedio resultó ser peor que la enfermedad, pues los últimos sucesos climáticos dejaron pérdidas materiales y humanas, a causa de las inundaciones en toda la zona centro sur de Chile.
Si bien hay un claro déficit de planificación territorial y de prevención ante los efectos que la fuerza de la naturaleza puede ocasionar, resulta evidente que la reducción de amplias superficies de suelo productivo también es un factor determinante en la ocurrencia de estas emergencias. Es obvio, entonces, que una vez más, la naturaleza nos desafía a generar un nuevo equilibrio entre nuestro entorno y los espacios que ocupamos.
En este escenario de crisis climática, impulsar el ordenamiento del territorio, es aún una tarea pendiente para enfrentar esta extrema geografía. Debemos actuar con sentido de urgencia y comprender que los suelos son recursos cada vez más escasos y que son la base donde vivimos, sembramos, cultivamos y crecemos.
Los suelos tienen determinadas funciones y limitaciones, como elementos básicos del ecosistema donde habitamos. Por lo tanto, hay una necesidad urgente de ordenar y regular el uso de éstos, a través de una política pública acorde con estos tiempos de calentamiento global y cambio climático, que nos permita actuar con un enfoque integral respaldado por un marco de protección legal.
Humberto Rivas Ortega
Académico de Vinculación con el Medio
Facultad de Ciencias de la Naturaleza
Universidad San Sebastián