Claudia González es psicóloga. Durante su época escolar fue deportista aficionada, actividad que continuó realizando hasta entrados los 30 años, cuando sufrió un accidente vehicular. Pasado ese episodio, comenzó a sentir fuertes dolores, invalidantes, sin causa aparente. De eso ya han transcurrido casi 12 años, y luego de pasar por muchos traumatólogos y kinesiólogos, finalmente fue diagnosticada con fibromialgia.
Esta patología es considerada una enfermedad de etiología desconocida, que afecta a entre un 2 y un 5% de la población, en su mayoría mujeres entre los 40 y 50 años y que se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado acompañado por fatiga y problemas de sueño, memoria y estado de ánimo.
Hoy Claudia vive su vida con mayor optimismo. Y es que gracias a la tecnología de la realidad virtual “me noto mucho mejor, más activa y con más esperanza de recuperación, factor sumamente importante, porque en esta condición, la depresión y la ansiedad son frecuentes”. Ella es una de las beneficiarias del Proyecto Colaborativo de Vinculación con el Medio Realidad virtual en usuarios con fibromialgia, que se desarrolla en la sede Concepción de la Universidad San Sebastián, que precisamente utiliza esta tecnología como tratamiento para pacientes de fibromialgia.
Gonzalo Arias, académico de Kinesiología y líder de la iniciativa, explica que “la realidad virtual ha demostrado ser una herramienta muy prometedora, pues los pacientes, al ingresar en un ambiente virtual controlado, pueden trabajar distintas técnicas y salir del encasillamiento convencional de tratamiento, incluyendo ejercicios de relajación, terapia cognitivo-conductual y actividades físicas adaptadas. La explicación de su efectividad se basa en que estos escenarios virtuales permiten estimular distintos sentidos, distrayendo al cerebro de su percepción de dolor crónico, lo que genera una sensación de alivio. Además, existen escenarios que calman la ansiedad a través de técnicas de respiración y la modificación del comportamiento”.
Algo que corrobora Claudia González, quien detalla que “antes de participar en este proyecto estaba muy pendiente de mi cuerpo y de dónde iba a sufrir dolores después de algún esfuerzo físico. Esta tecnología es tan inmersiva que uno omite ese foco de atención y hoy practico ejercicios de boxeo; ahora muevo el tronco, me agacho, muevo los brazos… años que no hacía eso. Esta técnica utilizada es un acierto”.
Esta propuesta nació junto a la Agrupación de Fibromialgia de Concepción, con quienes se implementó un innovador abordaje terapéutico integral que se desarrolla en el Centro Kinésico de la USS, ubicado en el campus Las Tres Pascualas, a través del cual los pacientes tratan su dolor crónico mediante un protocolo de tratamiento de realidad virtual guiado por estudiantes de Kinesiología, Tecnología Médica y del Magíster en Kinesiología Musculoesquelética, utilizando herramientas de diagnóstico y de tratamiento para brindar un contexto integral.
Durante las sesiones de realidad virtual inmersiva, los pacientes interactúan con diferentes escenarios virtuales en los cuales desempeñan distintas funciones de coordinación, habilidades motrices y cognitivas, asociadas con su día a día, activando habilidades motoras, coordinación y de memoria, entre otras cualidades que ofrece la tecnología.
Al respecto, Diego González, estudiante del Magíster en Kinesiología Musculoesquelética, cuenta que “para mi fue algo totalmente nuevo trabajar con realidad virtual, nunca lo había utilizado, así que al igual que los pacientes tuve que aprender a medida que fui avanzando en la utilización de estos aparatos. La recepción ha sido muy positiva, llegando incluso a generar grandes cambios en algunos usuarios que tenían miedo de moverse y hacer ejercicio, debido a que sentían que el movimiento les generaba más daño y dolor. Este proyecto nos ha permitido demostrar que el ejercicio puede ser uno de los mejores aliados para sobrellevar esta condición”.
“Cuando comenzaron los síntomas, me volví muy sedentaria, porque cuando a uno lo diagnostican, no le explican cómo y cuánto ejercicio debe hacer; que es precisamente lo que nos aporta este proyecto, dado que está pensado específicamente para quienes vivimos en esta condición. El trato ha sido muy distinto. Me sentí muy bien recibida y sentí que al equipo de la USS le importaba tanto como a mí el mejorar. Tener esta alianza terapéutica es muy positivo”, finaliza Claudia González.