Frente a las cifras y a la realidad que muchos podemos observar a diario, cabe preguntarse qué factores influyen en que un adolescente se acerque al mundo de las drogas.
Los adolescentes chilenos son los que presentan mayor consumo de marihuana en el continente. No se trata de una percepción subjetiva, sino que de un dato extraído del “Informe sobre Uso de Drogas en las Américas” (CICAD, 2015). Esta realidad lamentablemente se repite con otras sustancias, tanto lícitas como ilícitas, generando un escenario de alto riesgo para los jóvenes que son incapaces de dimensionar los peligros que enfrentan al consumir drogas.
Si bien en los últimos años el tabaquismo ha disminuido en la población chilena en general gracias a la implementación de la normativa que prohíbe fumar en lugares públicos, entre los jóvenes queda mucho por avanzar en este ámbito. De acuerdo a la Octava Encuesta Nacional de la Juventud un 50% declaró haber fumado en el último año, siendo más significativo el consumo en la población urbana. De ese porcentaje, alrededor de un cuarto reconoció fumar varios cigarrillos al día.
Entre los 15 y 19 años, etapa en que aún cursan enseñanza media, más del 50% declara haber bebido por lo menos una vez en los últimos doce meses.
En la ingesta de alcohol el panorama es mucho más desolador. Un alto porcentaje de nuestros adolescentes bebe. Según el estudio del INJUV, un 68% ha consumido alcohol en el último año, cifra que se eleva al 81% en el sector socioeconómico alto. Entre los 15 y 19 años, etapa en que aún cursan enseñanza media, más del 50% declara haber bebido por lo menos una vez en los últimos doce meses.
Frente a estas cifras y a la realidad que muchos podemos observar a diario, cabe preguntarse qué factores influyen en que un adolescente se acerque al mundo de las drogas. No podemos desconocer que es una conducta que se podría esperar en una etapa en que el joven busca sentirse independiente de sus padres, probar nuevas sensaciones y rebelarse ante las normas. También se evidencia, en mayor o menor medida, una tendencia a imitar y dejarse llevar por las presiones de los pares.
Los padres y los profesores estamos en desventaja frente a lo atractivo que puede resultar dejarse llevar por el grupo o sentirse más interesante con un vaso de alcohol en la mano
Tal vez en este escenario de poco sirva que los adultos les expliquemos los variados riesgos que corren al consumir. De seguro muchos adolescentes no querrán escuchar acerca de los daños que provoca la marihuana en su desarrollo cognitivo o la relación del tabaco con múltiples cánceres. Tampoco querrán conocer los peligros que enfrentan al presentar un consumo problemático de alcohol. Riesgos tan latentes como los accidentes y las caídas.
Los padres y los profesores estamos en desventaja frente a lo atractivo que puede resultar dejarse llevar por el grupo o sentirse más interesante con un vaso de alcohol en la mano. ¿Qué hacer? Las respuestas son difíciles, pero de partida el consejo es no claudicar. Las drogas, tanto lícitas como ilícitas, pueden hipotecar el futuro de nuestros adolescentes, por ende, todos los esfuerzos para evitar su consumo son hoy necesarios.
Y esos esfuerzos deben ir más allá de los discursos. Con los hijos no sirve predicar sino hay una conducta consecuente. Además, no debemos olvidar que aunque a veces parezcan –y quieran ser– adultos, en muchos aspectos aún no han madurado y requieren el control de sus padres. Aunque en estos tiempos sea poco popular hablar de formas controladoras de ejercer la paternidad, eso es menos negativo que la negligencia. Los hijos en esta etapa requieren padres presentes. Tal vez tan presentes como estuvieron en sus primeros años, pues ahora ellos están aprendiendo a usar su libertad y, considerando la actual realidad, es evidente que muchos no han sabido cómo administrarla.
Sergio Castro Alfaro
Vicerrector sede Concepción
Universidad San Sebastián
Vea la columna en diario El Sur.