Si padres y madres comparten y desarrollan las tareas cotidianas de manera equitativa, contribuyen a terminar con los estereotipos y aportan a naturalizar los cuidados compartidos.
Es posible promover que niños y niñas desarrollen un rol activo en el cuidado de otros/as, para que cuando sean adultos ambos desarrollen estas labores de forma equitativa. Así lo afirma Consuelo Novoa, académica de la Facultad de Psicología de la USS, quien señala que es importante que esto se empiece a trabajar desde la infancia.
Esto, abordado desde varias perspectivas: “no solo pensando en que un cambio al respecto permitiría una descarga de tareas para las mujeres o una distribución más equitativa entre hombres y mujeres, sino también para que los hombres puedan desarrollarse en otros roles en los que tradicionalmente se les ha considerado incompetentes o menos hábiles que las mujeres. Para que puedan disfrutar, por ejemplo, el ejercicio de la paternidad en la crianza de sus hijos”.
La académica indica que, la socialización es un proceso por medio del cual niños y niñas aprenden las pautas para vivir en sociedad y ejercer distintos roles. Dado que en la infancia el juego cumple un rol clave en este proceso, sería de suma importancia cautelar que exista la posibilidad de que niños y niñas participen de distintas experiencias, roles y funciones, que luego podrían replicar en el ámbito cotidiano.
“El juego es una actividad frecuente en la infancia y un modo de aprender mucho sobre los roles que se cumplen en la sociedad. A través de él podemos transmitir qué se hace en el cuidado de otro, cuando la otra persona nos necesita o qué es lo que se debe atender para poder responder a los requerimientos de otra persona a la que cuidamos”.
Asimismo, afirma que en una edad en que niños y niños ya tienen capacidad simbólica se pueden establecer juegos de roles, donde se desarrollen diferentes funciones. Ahora bien, si son más pequeños, la psicóloga plantea “que la lectura de cuentos puede ser útil. Pero que si lo que se desea es una posterior participación equitativa y diversificación de los roles, hay que ser muy selectivos e intentar que los textos incluyan a hombres y mujeres en distintas funciones; que ambos trabajen y cuiden a otros por igual, como, por ejemplo, a los adultos mayores en la casa”, advierte.
Consuelo Novoa sostiene que es fundamental estar atentos a los intereses y requerimientos que tienen los niños y niñas, ya que “no siempre coinciden con lo que se ha ido arrastrando por tradición. En ese sentido, la tecnología se ha preocupado de capturar inquietudes más recientes y que también se traducen en intereses de las nuevas generaciones que quieren participar en otros espacios, como, por ejemplo, las niñas en los equipos de fútbol”.
La académica recalca que la clave es que exista un modelo adecuado porque si los niños y niñas crecen en un hogar donde se participe por igual en los cuidados y tareas domésticas “por supuesto que van a naturalizar que así es la vida y que todos podemos aportar en la familia”, concluye.