Adaptar las actividades cotidianas a los requerimientos del invierno es necesario para una buena calidad de vida.
El invierno aún no se retira, y por eso sigue siendo una amenaza para la salud física y la salud mental. Por ello, los adultos mayores no deberían disminuir sus actividades cotidianas, sino más bien adaptarlas a los requerimientos que el ambiente amerita.
El docente de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián, Jonathan Duarte asegura que es habitual que en invierno comiencen los mensajes para que la población más vulnerable tome ciertos resguardos, ya sean menores, embarazadas o adultos mayores, dados los riesgos que esta época acarrea. Por ejemplo, uno de los consejos más escuchados es evitar los cambios bruscos de temperatura y exponerse al frío.
El profesor Duarte entrega una serie de recomendaciones para esta época.
Las relaciones que más satisfacción proveen a los adultos mayores son las que mantienen con sus hijos y nietos. Estas relaciones tienen la característica de desarrollar lazos intergeneracionales, indispensables para establecer el sentido de transcendencia. Ambas partes deben propiciar visitas y encuentros con una regularidad similar a la que mantienen durante el resto del año y buscar actividades de mutuo disfrute, lo que permite un acercamiento intergeneracional.
Las actividades sociales también tienen buen potencial de bienestar subjetivo, especialmente si se comparte con pares y se realizan actividades colaborativas. El contacto con pares -en prácticamente todo el ciclo evolutivo- es muy relevante. Se ponen en juego las intersubjetividades propias de compartir momentos histórico-culturales similares (hijos de la misma época), lo cual favorece una identidad más sólida. Esta identidad es fundamental en la última etapa de la vida.
Entre las actividades que mayor bienestar proveen están las relacionadas con el cultivo de las virtudes personales y que éstas se encuentren volcadas a algo que trasunte a la propia persona. Para efectuar estas actividades es necesario salir de casa y vincularse emocionalmente con los demás y consigo mismo. El cultivo de las propias virtudes es una tarea inacabada e inacabable, además es menester proyectarlas no sólo a un ejercicio de un virtuosismo voluntarioso, sino que a alcanzar la sabiduría.
Una buena forma de mantenerse protegido del frío es realizar actividades físicas y recreativas. Sin embargo, con la frecuencia de alertas ambientales puede resultar riesgoso. Es por ello que debiesen priorizarse actividades con bajo nivel aeróbico, como el yoga por ejemplo. Además al salir de casa abrigarse lo suficiente para enfrentar las condiciones climáticas de la intemperie. No debemos olvidar que nuestra biología es muy sensible a las condiciones climáticas, especialmente en edades extremas.
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