En un contexto mundial donde ha aumentado el costo de la vida y, en particular, los precios de los alimentos, la académica del Centro de Políticas Públicas y ex ministra de Agricultura; fue la única representante nacional en esta instancia de la OCDE.
Dejar de asociar los territorios rurales a la precariedad y fortalecerlos como una oportunidad de desarrollo, es uno de los desafíos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En este contexto, cada dos años realiza la Conferencia de Desarrollo Rural; donde funcionarios públicos y expertos representantes tanto del sector privado como de la sociedad civil, intercambian conocimientos para avanzar en esta materia a nivel económico, social, ambiental y cultural. Este año la cita fue en Cavan, Irlanda.
Participaron en esta conferencia más de 450 personas de diversos países y sectores, los ministros de Agricultura y Desarrollo Rural de países como Canadá, Corea y Colombia, además de autoridades nacionales, regionales y locales de Irlanda. La única expositora nacional fue la académica del Centro de Políticas Públicas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián, María Emilia Undurraga, ex ministra de Agricultura, cuyas ponencias se enfocaron en la seguridad alimentaria y la brecha de género en el mundo rural.
“El contexto de crisis alimentaria que estamos viviendo producto de la pandemia, la guerra en Ucrania y del cambio climático; tensiona la cadena completa poniendo en riesgo no solo la alimentación, sino el bienestar en general. Es muy necesario reunirse y dialogar para compartir experiencias y hacer propuestas concretas para el futuro”, comentó Undurraga desde Irlanda.
El sistema alimentario abarca todos los procesos y actores que se involucran en la alimentación de la población, incluyendo la producción agrícola, la industria procesadora, la logística, los feriantes, mercados mayoristas y los consumidores. Ante la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria, María Emilia Undurraga, detalló los beneficios de vincular todos estos sectores para lograr resultados efectivos en este desafío global.
El hambre en el mundo ya alcanza a más de 800 millones de personas, es decir 1 de cada 10 habitantes. El tener una mirada integral -moderna- de la cadena e incluir a todos los actores para enfrentar este desafío es vital y la única forma de enfrentar el aumento del 20% en la demanda de alimentos que viviremos durante esta década.
A pesar del progreso en el trabajo remunerado, en la educación y en la adquisición de habilidades durante el último medio siglo; las mujeres en las zonas rurales enfrentan múltiples barreras para el empleo y el emprendimiento. El 55% de las jefas de hogar tienen educación incompleta, 37% de las mujeres rurales viven en pobreza multidimensional, solo el 15% de los alcaldes de estas comunas son mujeres y la participación laboral de las mujeres en la agricultura es solo el 23%.
En este sentido, la investigadora de la USS enfatizó que “las mujeres serán claves en los tres principales desafíos del sector: la seguridad alimentaria, el mejoramiento de la calidad de vida rural y enfrentar el cambio climático”. Por eso es clave el papel que desempeñan los gobiernos a nivel nacional, regional y local en la elaboración de políticas específicas que se orienten a potenciar su empoderamiento. Reforzando, a su vez, la importancia de la colaboración público, privada y de la sociedad civil como parte de la estrategia.