Matías Alvarado, candidato a Doctor: “El trabajo del historiador es muy solitario y eso es algo que debería cambiar”

A un mes de defender su tesis doctoral, enfocada en la institucionalidad de la cultura en Chile, y con sólo 28 años, Matías Alvarado, ya cuenta con once artículos en revistas indexadas y cinco en proceso de publicación.

Matias Alvarado Doctorado Historia

“Siempre tuve una inquietud humanista”, dice Matías Alvarado Leyton (28), ad portas de finalizar el programa de Doctorado en Historia de la Universidad San Sebastián. Una inquietud por las letras y las humanidades heredada de su abuelo poeta, que lo llevó a cursar la Licenciatura en Historia y luego el Magíster en Historia de la Universidad Católica, con la mira puesta en la academia.

Fue durante sus estudios de magíster que conoció a los profesores Ángel Soto y Cristián Medina, miembros del claustro académico del Doctorado USS, quienes lo invitaron a integrarse como parte de la segunda generación del programa, creado el 2017. Ya en ese entonces contaba con publicaciones en el extranjero y resultados asociados a una línea de investigación que comenzó a desarrollar tempranamente, durante la licenciatura: la institucionalidad de la cultura en Chile.

Enfocado en el llamado “apagón cultural” durante el régimen militar, su tesis de magíster abarcó los años 1973-1982. Con la propuesta ya madura y trabajada, en el doctorado amplió su investigación hasta abarcar la totalidad del periodo, de 1973 a 1989, con el profesor Medina como tutor. “Además de incluir fuentes nuevas, creo que una de las grandes novedades de mi tesis doctoral es haber revisado buena parte de la institución cultural de ese entonces; es decir, todo lo que está ligado al espectro público”, señala el candidato a Doctor.

Para ello realizó un minucioso trabajo de documentación que abarcó prácticamente todas las instituciones de la época.

Esta tarea, no menor, involucró una exhaustiva revisión de archivos -muchos de ellos hasta entonces “inmaculados”- de entidades como la DIBAM, sus secretarías y museos, los informes de cultura que salían al extranjero a través de oficinas diplomáticas, los decretos de ley atingentes y la totalidad de fondos documentales correspondientes a su tema en el Archivo Nacional de la Administración, entre otras fuentes.

“Fue un esfuerzo que valió la pena, que empezó a dar frutos rápidamente y que luego me fue muy útil porque cuando llegó la pandemia ya tenía todo digitalizado, con el grueso de la investigación en mis manos”, comenta Alvarado.

Publicaciones

Su inquietud casi “obsesiva” con la revisión de todo material disponible, lo ha llevado a ser el estudiante del Doctorado que cuenta con más publicaciones en relación con su edad, y en revistas indexadas de mayor complejidad; logro que también atribuye a un cierto nivel de obstinación, pero dejando en claro que está al alcance de todos quienes se lo propongan.

Sus artículos, once hasta el momento y cinco en proceso de publicación, no solamente se vinculan a la investigación de su tesis, sino que también abarcan otros temas. Entre ellos, destaca especialmente El primer asesinato político en democracia: Osman Yeomans Osorio. Análisis y simbolismo político del caso” (2019).

“El caso de Osman Yeomans fue el primer asesinato político en democracia, ocurrido durante el gobierno de Patricio Aylwin. Sin tener relación con mi tesis, fue un trabajo de mucha satisfacción ya que pude hablar con su familia, reunirme con su viuda, conocer a sus hijos, entonces fue algo muy potente”, comenta Alvarado.

Un trabajo solitario

Ya en la cuenta regresiva para su defensa de tesis, el próximo 5 de agosto, Matías considera que el programa de Doctorado en Historia de la Universidad ha ido creciendo y consolidándose, demostrando tempranamente sus estándares al obtener la acreditación de la CNA por el periodo 2021-2025. Destaca además el profesionalismo del claustro y la diversidad de las temáticas de estudio que acogen: “Los profesores siempre tuvieron una actitud receptiva y de puertas abiertas”, puntualiza.

El rápido progreso de su carrera durante estos años le ha permitido conocer de cerca la intensidad del trabajo académico y la presión que significa la productividad científica. A su juicio, desde su disciplina, a ello se suma que “el trabajo del historiador es muy solitario, y eso es algo que debería cambiar”.

“Es un problema para gran parte de mi generación. El tema de colegiarnos, de buscar el trabajo en equipo y apoyarse es algo que hay que pensar. Si bien se ha intentado, no se ha logrado consolidar una red lo suficientemente fuerte en donde todos se sientan albergados o escuchados”, agrega.

Así, finalmente deja la invitación a apuntar hacia esa forma de hacer investigación, ampliando y fortaleciendo los vínculos de colaboración, y abriendo las oportunidades necesarias para ello.  

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