Ricardo Henríquez, director de la carrera de Kinesiología, aclara dudas sobre cómo enfrentar lesiones menores. ¿Cuándo aplicar frío o calor? ¿Cuándo es necesario acudir a un especialista? Lee con atención.
En una gran variedad de patologías se utiliza tanto el frío como el calor como un agente físico externo. Principalmente por sus efectos fisiológicos y la utilidad que brindan en los procesos de rehabilitación de distintas lesiones musculares o articulares.
Sin embargo, es necesario comprender que “son herramientas que apoyan procesos de rehabilitación y en sí no corresponden a estrategias que se utilicen solas”, dice Ricardo Henríquez, director de la carrera de Kinesiología de la Universidad San Sebastián.
Algunas de las patologías musculares más comunes son las contracturas, que corresponden a un estado de tensión permanente que mantiene la musculatura y el tejido adyacente que altera la movilidad. En estos casos, indica el kinesiólogo, “es muy útil utilizar calor local para mejorar la irrigación de la zona y aumentar las propiedades elásticas de los tejidos, para posteriormente elongar o trabajar con alguna otra técnica”.
Respecto a una lesión inflamatoria, como un desagarro muscular o procesos inflamatorios crónicos articulares, Ricardo Henríquez explica que “en estos cuadros se suele utilizar frío porque reduce la irrigación y los edemas por disminuciones en la permeabilidad y también baja la sensación de dolor local”.