Chiloé: Su historia, tradición y religión fue una de las charlas destacadas de 2021

Chiloé vivió un prolongado período de aislamiento lo que le permitió configurar un reservorio de identidad que se ha mantenido hasta nuestros días. Jesuitas, franciscanos, chonos y huilliches fueron los protagonistas de esta historia. En la actualidad, las iglesias del Archipiélago son Monumentos Nacionales y Patrimonio de la Humanidad de Unesco.

Cristián León, doctor en Historia del Arte y la Cultura y Magíster en Gestión del Patrimonio Cultural fue el encargado de contar la historia de Chiloé a través de un ciclo de charlas organizadas por Formación Integral y la Dirección de Pastoral de la USS titulado: “Iglesias de Chiloé: Paraíso Encontrado”.

“Poder conocer sobre las Iglesias de Chiloé, no solo nos acerca al conocimiento arquitectónico de ellas, sino además a la importancia de nuestra historia, identidad cultural y del cuidado del entorno natural”, comenta, Maria Bernardita Celis, directora nacional de Formación Integral.

Sobre “Los orígenes del aislamiento crónico de Chiloé”, el académico explicó el impacto que tuvo la Guerra de Arauco para la incomunicación del Archipiélago y la forma como “se fue configurando un acervo o conjunto de relatos que formaron una identidad muy fuerte en Chiloé, porque el contar historias se volvió algo muy relevante que permitió unificar a una cultura que está aislada (…) Además tuvo al mar como gran conector, a la madera como el elemento constructivo único y a la religión, a través del trabajo de los misioneros jesuitas, con un papel central en la cultura y desarrollo arquitectónico”.

Misión y escuela

En sesión sobre “El mar, la madera y la religión: cultura e identidad”, León señaló que el proyecto misional en Chiloé fue radicalmente distinto a otros básicamente por la geografía accidentada de Chiloé y su población desperdigada en torno a las distintas islas del Archipiélago.

“En cada poblado se crearon comunidades que estaban aisladas y que se comunicaban por el mar. Surgieron entre 150 y 250 poblados entre los siglos XVI y XIX en Chiloé que los jesuitas visitaban en embarcaciones en períodos de buen tiempo, es decir entre los meses de septiembre hasta abril.  Se hacía lo que se denominó como la misión circulante, donde se efectuaban visitas de 3 a 4 días a cada localidad y los sacerdotes llevaban la palabra de Dios e impartían sacramentos (…) La misión circulante generó una especie de red espacial reconstruida en la memoria que se activaba durante estos seis meses”, afirmó León.

 La última sesión, sobre “La misión circulante: un jardín de Dios para la Iglesia”, Cristián León hizo un catastro y describió los principales templos que son monumentos nacionales y Patrimonio de la Humanidad de Unesco y explicó que “fueron los jesuitas quienes tuvieron la idea de convertir a Chiloé en un Jardín de Dios para la Iglesia a través de estas iglesias ubicadas cada 10 kilómetros de promedio y que asoman como una especie de faros para los navegantes”.

 

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