La filosofía y el mundo del saber

La filosofía conlleva un buen vivir, preguntándose por actuar bondadoso tanto para mí, como para los demás, aprendiendo a abrirnos a la interrogación sobre el quehacer diario y así, dar paso a la vida plena, la anhelada y gratuita felicidad.

La filosofía y el mundo del saber

La Unesco ha invitado a reflexionar y celebrar el tercer jueves de noviembre de cada año, el Día Mundial de la Filosofía. En otras palabras, al haber terminado undécimo mes del año y comenzar el último, se nos invita a pensar en ella y no sólo los filósofos, que son los más conocidos.

juan-carlos-alvialActo seguido, conviene pensar qué nos ofrece el amor a la sabiduría en esta movida e incierta actualidad que vivimos. En primer lugar, podemos decir que la filosofía es un saber inútil, a sabiendas que no tiene un objeto útil o productivo para ofrecer a la época de la técnica. Sin embargo, nadie puede negar el impacto que conlleva a las personas cuando se enseña a cuestionar lo que vivimos, dando espacio a la asombrosa pregunta en los momentos y decisiones más importantes de la vida.

En segundo lugar, la filosofía no sólo implica un erudito y refinado conocimiento de cosas “difíciles”, sino conlleva un buen vivir, preguntándose por actuar bondadoso tanto para mí, como para los demás, aprendiendo a abrirnos a la interrogación sobre el quehacer diario y así, dar paso a la vida plena, la anhelada y gratuita felicidad.

En tercer lugar, nos encontramos con otro plano del amor a la sabiduría, que denota un nosotros. ¿Por qué esto? Claramente, la dimensión comunitaria o política, asume, ante todo, que somos seres sociales, necesitamos un orden social y buscar un objetivo en común, que es el bien buen vivir para todos, entendida como la vida buena y plena.

En último lugar, llegamos a la pregunta por la existencia, es decir ¿qué hacemos en el mundo?; ¿para qué estamos?; ¿existirá un más allá? Estos tres cuestionamientos son comunes a toda cultura que se ubique en cualquier parte del mundo, llevándonos menesterosamente a un análisis de lo sobrenatural, desde el arraigo vital, el misterioso, lo asombroso y la espera.

La pregunta filosófica, la ética, la política y el sentido de la existencia nos caracterizan como los animales racionales y nos han llevado a asombrarnos sobre lo que sabemos y somos, la certeza y el misterio, lo ineludible y lo desechable. En conclusión, podemos decir, que el acto de filosofar no es cuestión propia de los filósofos, es un atributo de la humanidad y de cualquier persona que vale la pena ejercitar de vez en cuando.

Juan Carlos Alvial
Académico del Instituto de Filosofía
Universidad San Sebastián

Vea la columna en El Llanquihue

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