El rol de los padres en el desarrollo de competencias sociales

Investigaciones revelan que hay una estrecha relación entre los estilos paternos de educar a los niños y la competencia social en edades preescolares y escolares.

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La evidencia ha demostrado que la familia es el escenario donde se inicia el desarrollo afectivo, social y cognitivo de los niños. Es el espacio donde se establecen los primeros vínculos referenciales para el desarrollo de la autoestima, de la identidad y los patrones relacionales que van a permitir en mayor o menor medida acercarse a un grupo de personas en un contexto social formal o informal.

Javiera HernándezSi lo anterior es efectivo, el tipo de familia, entonces, tendría que determinar el desarrollo de competencias sociales que serán fundamentales al momento de interactuar en diversos contextos. Esto queda claro al darnos cuenta de que la familia permite la apertura al conocimiento de valores, normas y costumbres; permea aprendizajes en lo conductual para evitar conductas consideradas indeseables y, por último, habilita en la conformación del vínculo de confianza con otros.

Investigaciones revelan que hay una estrecha relación entre los estilos paternos de educar a los niños y la competencia social en edades preescolares y escolares. Los estilos autoritario, pasivo y autoritativo, identificados por la investigadora Diana Baumrind, hacen un contraste entre el cariño y el control, lo que tendría directo impacto en cómo los niños logran relacionarse con su grupo de pares.

El estilo de padres autoritativos resultaría ser la mezcla perfecta. Los padres deben procurar ser esta mixtura perfecta de afecto y regulación. Nada fácil de aplicar en el día a día, pero un desafío para poner en marcha.

El estilo de padres autoritarios entrega menos cariño y establece más pautas conductuales. La norma es ley y, por lo tanto, no hay forma de persuadir que esta se modifique o flexibilice. Se modela el comportamiento sobre la base de la resolución de conflictos de forma más agresiva y la afectividad no tiene cabida en el aprendizaje. Por otro lado, los padres permisivos, se ven dominados por la ternura, son poco exigentes con la normativa y, por ende, la disciplina no es una constante. Aceptan los actos impulsivos como parte de la crianza y si bien los niños son más amigables con otros de su edad, no logran adecuarse a los contextos por su mala conducta generalizada.

El estilo de padres autoritativos resultaría ser la mezcla perfecta. Entregan afecto y moderan la conducta sabiendo llevar el control. Los niños son capaces de establecer vínculos basados en la empatía y el respeto por el otro. Se adaptan con rapidez a los diversos contextos, saben comunicarse en sus actividades cotidianas y tienden a ser justos. Entienden que hay normas ya que sus padres entregaron razones y explicaciones para justificarlas.

Pues bien, los padres deben procurar ser esta mixtura perfecta de afecto y regulación. Nada fácil de aplicar en el día a día, pero un desafío para poner en marcha.

Javiera Hernández Fernández
Psicóloga y coordinadora de Formación Integral
Universidad San Sebastián

Vea la columna en diario El Sur

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