La clave hoy es el diálogo

Cada académico debe entender que, más allá de transmitir conocimiento, es su labor propiciar espacios de análisis e intercambio de ideas entre sus estudiantes.

La clave hoy es el diálogo

Chile ha vivido en las últimas semanas tiempos complejos que nos obligan a todos a hacer un esfuerzo por entender las causas que gatillaron la crisis y buscar los instrumentos para contribuir al logro de la paz social. El país, con todas sus falencias y brechas, había sido ejemplo de estabilidad democrática y desarrollo en décadas recientes. En medio de esta coyuntura, no podemos desconocer ni menospreciar los logros alcanzados. Entre ellos se puede mencionar, como ejemplos, la disminución de los niveles de pobreza extrema, los avances en salud con indicadores en mortalidad infantil y esperanza de vida comparables con países desarrollados, al igual que el relevante aumento en el acceso a la educación superior.

Francisco_FloresNo obstante, no fuimos capaces de detectar el descontento que se estaba anidando en la sociedad chilena. Un descontento que tiene su origen en los niveles de desigualdad y falta de oportunidades de amplios sectores de la población que quedaron al margen del progreso y claman por empleos de calidad, salarios acordes con el costo de la vida, mejores pensiones, una salud digna y sistemas de transporte eficientes, entre muchas otras legítimas demandas. Del mismo modo, el temor de las personas de ingresos medios a perder el trabajo, enfermarse gravemente o no tener los recursos para enfrentar algún imprevisto ha ampliado ese malestar.

Las universidades deben ser espacios de diálogo, espacios donde se cultiven las virtudes y se sueñe con un país generoso, solidario y unido. Espacios en que nunca debe tener cabida la violencia en ninguna de sus manifestaciones.

Pero también, y tal vez de manera más significativa, este descontento surge de la falta de credibilidad de la población en nuestra institucionalidad. Lamentablemente hoy observamos un distanciamiento entre las personas y las instituciones. Desde hace varios años que viene creciendo la falta de confianza en los representantes de los poderes del Estado, en los líderes de los partidos políticos, del mundo empresarial y de la élite en general. Observamos un comprensible hastío frente a los casos de corrupción, colusiones y faltas profundas a la ética de algunos que han puesto sus intereses por sobre el bien del país.

En este contexto, a las universidades les corresponde asumir un rol primordial. Lo primero es cultivar la reflexión y el diálogo en sus propias comunidades. Cada académico debe entender que, más allá de transmitir conocimiento, es su labor propiciar espacios de análisis e intercambio de ideas entre sus estudiantes. Los profesores deben enseñar a pensar críticamente, a basarse en la evidencia y, sobre todo, a respetar la dignidad del otro. Las universidades deben ser espacios de diálogo, espacios donde se cultiven las virtudes y se sueñe con un país generoso, solidario y unido. Espacios en que nunca debe tener cabida la violencia en ninguna de sus manifestaciones.

También debemos colaborar con quienes tienen la responsabilidad de conducir la salida de esta crisis. Las instituciones de educación superior tenemos el deber de aportar con conocimiento, análisis y reflexión como insumos para el logro de soluciones concretas y consensuadas. Chile, y en especial la región del Biobío, cuenta con valiosas comunidades académicas que pueden contribuir, desde diversas disciplinas, en la búsqueda de acuerdos que permitan superar estos amargos momentos. El país, en especial las nuevas generaciones, requiere hoy la buena voluntad y el aporte de todos quienes creen en los valores de la democracia. Las universidades no nos podemos restar en este momento de inflexión en la historia de Chile.

Francisco Flores Soto
Vicerrector Sede Concepción
Universidad San Sebastián

Vea la columna en Diario El Sur

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