Gratuidad universitaria
Profesor Nassir Sapag, Director del CDEUSS, advierte sobre los riesgos que conlleva una política improvisada y discriminatoria en materia de gratuidad.
Pocos dudan que estamos viviendo bajo la sombra de decisiones improvisadas con impactos y consecuencias desconocidas. Destacados ministros de la antigua Concertación han manifestado su preocupación por el manejo del tema educacional.
No creo que se hayan ido a la oposición, ni menos de la Nueva Mayoría. Pero sí que están anteponiendo, con valentía y dejando de lado la comodidad de callar, su interés por Chile, a diferencia de la expresión antidemocrática de quienes objetan votar a conciencia y exigen un apoyo incondicional a promesas de la campaña presidencial, sin un estudio serio y en plazos peligrosa y ridículamente cortos.
Preocupa la incapacidad de nuestros gobernantes para ver que el modelo es inviable y el peligro de generar un descontento en quienes se sienten discriminados, que sin duda saldrán a la calle a demandar justicia el 2016.
La mayoría sabe que la gratuidad universitaria no mejorará la calidad de la educación y aumentará la desigualdad, al ayudar a estudiantes que sacan mejores puntajes porque estudiaron en mejores colegios privados. Preocupa la incapacidad de nuestros gobernantes para ver que el modelo es inviable y el peligro de generar un descontento en quienes se sienten discriminados, que sin duda saldrán a la calle a demandar justicia el 2016.
Seré el primero en apoyar el modelo de gratuidad si me explican por qué es mejor que fortalecer los jardines infantiles, dar gratuidad a los alumnos vulnerables, destinarlos a la formación de profesores haciendo más digna su remuneración, a universidades públicas con tres años de acreditación que a privadas con cuatro años u obligar, como en dictadura, a las universidades beneficiarias a asumir un modelo de gestión impuesto por un burócrata, en vez de dar autonomía fortaleciendo el control de calidad.
Nassir Sapag
Director Centro de Desarrollo Empresarial
Universidad San Sebastián
Vea la columna en diario La Tercera.